lunes, 27 de junio de 2016

Emociones en la pareja durante la fecundación in vitro

El deseo de tener descendencia es algo innato en el ser humano, un instinto que llega en algún momento de la vida, es la emoción de tener entre nuestros brazos a un ser que será parte de nosotros, al que cuidaremos y veremos crecer. Es el amor incondicional por nuestro hijo que aún no existe. Pero no siempre las circunstancias juegan a nuestro favor y las cosas se pueden poner algo complicadas.

La decisión de tener hijos en una pareja por otros métodos es una decisión complicada. En el caso de tomar la vía de la fecundación in vitro (FIV) lleva implícito entrar en un carrusel de emociones lleno de felicidad, rabia, malestar, esperanza… que nos acompañará en las diferentes fases de este proceso.

El primer obstáculo con el que toda pareja se encuentra es la presión social, el desconocimiento por el entorno de la pareja de las dificultades para concebir. Preguntas recurrentes como ¿para cuándo niños? aumentan la sensación que ya tienen de impotencia y presión, que si no se sabe manejar puede finalmente hacer mella en la persona que la sufre.

Cuando llega la decisión de someterse al tratamiento de fertilidad da comienzo un largo camino que juntos tendrán que recorrer la pareja y juntos sufrirán las esperanzas y los miedos. Además, todo se comienza a llenar de un vocabulario extraño y citas médicas que dificultan su vida diaria.

Es habitual compartir esta ilusión con las personas queridas por la pareja, es una forma de hacer a los demás parte de este viaje y de una forma u otra ellos apoyan y animan para seguir adelante, pero es común que no siempre estén al día de todo el proceso y cuando llega la pregunta sobre cómo va el tratamiento y las noticias no son buenas, se hace aún más desesperanzador.

Aunque no siempre sale todo bien a la primera y es normal se viva momentos de desmotivación junto a nuestra pareja, a través de la comunicación podemos ir superando estos pequeños baches ya que hay que recordar que es una decisión de los dos y un camino compartido por ambos. A esto, habría que añadirle que la mujer está sometida a tratamientos hormonales, los sentimientos están siempre a punto de aflorar y necesita paciencia y compresión por parte de su pareja, un apoyo y compresión que creará de esta fase de tensión una relación más fortalecida.

Pero al final, llega el milagro, el regalo más buscado y deseado, un respiro de alivio y todo un futuro por delante. Ahora solo habrá que esperar esos meses para mirar sus ojos y saber que tanto esfuerzo ha merecido la pena, los malos momentos quedan atrás y se irán olvidando para dar lugar a hermosos recuerdos.

Como resultado la pareja sometida a FIV guardará malos y buenos momentos en el ámbito más íntimo, tanto individualmente como compartidos, lo importante es saber comunicar lo que cada uno siente  durante este proceso para no crear un distanciamiento; esto fortalecerá la unión y crearán un hogar lleno de amor para el futuro bebé que llegará tarde o temprano.

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